lunes, 20 de mayo de 2013

ODA A UNA FLOR



Andando en la pradera,
entre matorrales, encontré sola,
una flor silvestre,
silenciosa y tierna
pura,
de dóciles pétalos.
de irresistible encanto.
¿Por qué estás sola en la hierba?,
¿esperas que contemple tu hermosura?.
De repente un céfiro,
acaricia tus pétalos de seda
y te meces alegre,
fresca,
como si bailaras gustosa,
como si me saludaras
con tu fragancia fina,
dulce.
Andando de regreso,
en el crepúsculo,
antes de que el fuego
dé paso a la luna.
recordé, mientras el céfiro sopla
de nuevo
y ondula la hierba como olas de mar,
aquella dulce flor,
nacida en la pradera,
de pétalos de fuego,
de paz,
con el deseo de volverla a ver.

MARIPOSA


Mariposa,
 de las empinadas montañas,
 y de sus profundos abismos,
 eres el alma,
 bates tus alas y das aliento,
 esparces alegría,
 amor,
 cuando revoloteas, buscas flor,
 para libar de su néctar,
 tan libre vuelas por los campos,
 como rayo de sol,
 son tus alas óleos de vivos colores,
 música,
 danzas en el aire,
 como aroma,
 cuando posas en una flor,
 irradias belleza,
 paz.

 Mariposa,
 tu color anaranjado,
 o rojo,
 se me figura un atardecer,
 tu color azulado,
 me parece un pedazo de cielo,
 que descendió a tierra,
 o un pedazo de mar,
 como rocío en flor,
 tu color dorado,
 se me figura los rayos del sol,
 tu color blanco,
 y negro,
 me parece una noche estrellada,
 tu color plateado,
 me recuerda la luna,
 o una estrella.